Cuando
lees, poco a poco, vas entrando en la madriguera de tus pensamientos, te dejas
llevar por las voces de otros, por un sueño medio olvidado o por el decorado de una película
que no te pertenece y cuando te das cuenta ya has atravesado el espejo que te
separa de tu realidad con el sonido de los coches, el tic tac eterno del reloj
y el torbellino de los pensamientos que no deja de chillarte en el hipotálamo.
Ya
estás dentro del sueño, pero eres un mero espectador, hasta ahora todo está
bien pero… ¿Has tenido alguna vez un sueño lúcido? El sueño lúcido es aquel en
que el soñador es consciente de estar dentro del sueño y como tal empieza a
actuar con total libertad dentro de la lógica soñada. Este acto de voluntad
es lo más parecido al acto de escribir, a poder poner voz a una realidad
concreta para manipularla y conseguir cambiarla o tan solo describirla para que
otro pueda sentirse identificado en tus palabras.
Una vez emprendes el camino de escribir aparece bajo tus pies el abismo de sentirte leído, el mágico, y a la vez doloroso, acto de sentirse escuchado sin necesidad de levantar la voz y la agradable sensación de poder contar cosas muy personales, muy de dentro, a alguien en el momento que él decida sin tener que
perseguirlo eternamente por el pasillo de la súplica.
Para
ello por supuesto tienes que armarte caballero con pluma o lápiz, estar
preparado para hacer malabares con los versos y tener la confianza de apoyarte
sobre un fluido vocabulario, sin llegar a lo estrambótico, pero con la ligereza
que da saber que tu mejor arma es la palabra, que puedes sentir hacia afuera y
fijar la huella de tu pensamiento en cada frase que avanzas.
Y una
vez montado al tren de tus ideas bastará saber que géneros puedes practicar
para que tu mensaje sea más efectivo, más tuyo… quizás a través del género
epistolar, a través del Haiku, del soneto, de la décima, el cuento, la fábula,
la novela.
Hay
más, mucho más, toda una vida de esfuerzos para meter los pies en ese trastero llamado
literatura. Hay que decidir el punto de vista, el contexto y el tiempo verbal,
pero de eso están los manuales llenos y poco se habla de hacer de la escritura
un juego, que sea divertido, y escribir desde la gramática de la fantasía, o de
la patafísica, usando siempre palabras maleta, bolas de nieve y/o lipogramas.
Solo así el camino merecerá la pena.
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