miércoles, 8 de abril de 2015

Frontera

¿Has Cruzado alguna vez la frontera?

A día de hoy quizás estés invadido por una saciedad que te lanza contra tus más excelsos temores, de usar y tirar, y hacia Polifemos de hierro forjado con grandes nabos industriales. Mientras, por pasar el mal rato, te excitas con el primer contrato que hace temblar tu culo de papel maché. Así de pequeño tiemblas, con tus pequeñas vigas adosadas, deseando aguantar el tirón con las pocas monedas que te quedan en los bolsillos y la cabeza llena de remiendos.

Sabes que una buena idea es capaz de mantenerse a flote en cualquier tempestad. Piensas, pero no te crees.

Sacas el cuaderno de bitácora, lees, necesitas unas buenas manos que garanticen la producción, comprender las estructuras que soportan una aversión, sacar ropa limpia de ensaladas grises, hilvanar necesidades con posibilidades, vicisitudes, garantizar los aparejos en tecnología, burocracia y sociología.

Qué te digo hasta ahora que no sepas…

No te digo, te repito… con imágenes, con recuerdos, con palabras y con gestos.

Qué mayor motivación que la de soñar bajo un árbol de ramas apacibles. ¿A quién no le dejan dormir cifras de seis ceros con alas?

¿Dónde planto semillas de cultura sin el abono de los ricos? ¿Dónde riego para que crezcan raíces sin burocracias podridas? ¿Dónde busco otro buque para pescar sirenas?

A oscuras, con la tenue luz de mis ideas, las experiencias que vinieron, los trenes que se van. Asociaciones idílicas, fundaciones etílicas, proyectos a medio hacer…

Qué se yo…

Ilústrame, mírate, ayúdame, reflexiónate, avísame, mastícate, enséñame y digiérelo. Digo con esto que busco tripulación de necios sobre mares de fibra, dioses de media legua en un Olimpo de segunda y albañiles del conocimiento y de la vida.

Vos diréis…

Sólo veo que tengo unas pocas monedas tintineando en el bolsillo, un agujero en el otro, un ojo de primera con su primo daltónico, un pie detrás de otro, la siniestra desde que escribo. Formación estética, presencia escénica e impresentable conciencia. Un huequito pequeñito en este mundo y mucha rabia encerrada en un trastero. Si en algo no coincides aún conmigo es que no has cruzado la Frontera. Yo voy de camino.

Si te da un poco igual, sólo un poco, estás en el buen sentido.

Nonsense.

Frontera es la línea a la que todo el mundo llega cuando ha rebasado sus límites, pero sin engaños… la Frontera no te va a llevar a ningún lugar desconocido ni fantástico. Por desgracia, lo único que va a enseñarte una frontera es volver a lo que mejor conoces, y eso probablemente no es agradable.
Frontera es una inversión en ninguna parte, es un ahorro de sentimientos, una careta sonriente con ritmo de tres por cuatro que esconde una lágrima…

Frontera es la línea que marca el estado donde nadie más que tu puede pisar.

Frontera, sin duda, es un estado del alma, de conocimiento, de ánimo.

Frontera susurra hasta donde puedes llegar.

Frontera señala a los que ya quedaron atrás.

Frontera es un nuevo giro en la vida.

Frontera es un vacío sin licencia de apertura.

Porque nadie cree tener Frontera, o no cree poder cruzarlas. Hasta que llegan. Llegan las fronteras y las cruzas con un esfuerzo titánico para quemar etapas, para dilapidar el sueño y terminar diciendo que tan solo fue un error que no se volverá a repetir. Y la vuelves a cruzar. Y la vuelves a cruzar. Y al final del camino encontrarás que todo el tiempo anduviste haciendo funambulismo sobre el fino hilo de la Frontera.

¿Has cruzado alguna vez la Frontera? ¿La estás viendo? Quiero enseñártela.

Lanza una moneda al aire. ¿Ha salido cara? Muy bien. Mira con atención. Poco a poco. Sin prisas. Con un vaso en la mano y telarañas en la mirada. ¿Qué habría pasado si hubiera salido cruz? Pues lo mismo. No hay opciones… Tan sólo soy un duende burlón que quiere reírse un rato. Todas las opciones son al final la misma cosa…

Una Frontera.

Hay Fronteras de metal y las hay de fuego. Hay fronteras con cuerpo de mujer y las hay con mirada de lerdo, con navajas y con documentos. Dos hojas mal mecanografiadas pueden convertirse en la más grande Frontera. Hay Fronteras con mayúsculas y otras menos necesarias con minúsculas. 

Quizás en estos momentos delante de ti estés viendo una.

Pero si no tienes miedo, vamos a cruzarla juntos. Vamos a hacer un invento, sin probetas y sin ungüentos. Vamos a hacer desaparecer bombillas para que luego brillen en el fondo de la fuente de los deseos.

Una noche… vamos a cruzar la Frontera.

Y vamos a encontrar lo que hay detrás… una chistera sin conejo, un consuelo sin tormento, una rama que se mece, un billete a mi pueblo…


A la Frontera.