sábado, 10 de agosto de 2019

Los venenos de otros...

"La función del escritor siempre basculó entre la del compromiso social y la del goce estético. Desde el primer día que agarré un papel y un bolígrafo con la firme intención de dedicarme a este viejo oficio procuré cumplir con las dos. Me resulta, incluso antes que un oficio, una necesidad recrear la belleza en cualquiera de sus formas, tanto para denunciar todo aquello que en mi mundo y mi tiempo se me antoja mejorable. Siempre he admitido la crítica porque es de lo que más me alimento para seguir aprendiendo, para mirar las cosas desde perspectivas nuevas y distintas. Incluso cuando he recibido algún insulto me he planteado su por qué, pues nunca descarto haber sido yo quien haya metido la pata y haya abierto una herida injusta donde no debía o no quería. Al igual que a Chaplin, a mí también me encanta sentir la deliciosa libertad de equivocarme (para rectificar, se entiende). El problema surge cuando me leen quienes, además de no saber leer, no mantienen el mismo sentido de la autocrítica. Entonces es cuando aparece lo que desafortunadamente muchos llaman "polémica", que en la mayoría de los casos no es más que el enfrentamiento entre un punto de vista razonable o razonado y otro punto que, por irracional, ni siquiera es de vista.

Las redes sociales han hecho posible la participación activa en el universo de la opinión de mucha gente que sabe lo que dice... y de otra que no. Si me apuras, más del segundo grupo que del primero. O a lo mejor, como los más brutos siempre son los que hacen más ruido, es que me da esa impresión.

A propósito de estos artículos, y eso que yo ya ando curado de espantos, he conocido y descubierto de manera más triste, real y profunda la auténtica dimensión de la ignorancia y la incultura, de la brutalidad, el fanatismo y la locura en sus expresiones más lamentables: un desgarrado argumento a favor de la desesperanza para la construcción de una sociedad más justa y adulta. Quien siembra vientos recoge tempestades, es cierto. Pero los hay que siembran tempestades directamente, y luego enfurecen cuando les roza el aire. Y responden volviendo a sembrar tempestades iguales o mayores, por si en el aire del que hablo quedase alguna duda acerca de su calaña..."

Juan Carlos Aragón
Los últimos versos del capitán veneno, 2015

Cito hoy las palabras, los vientos o venenos, de otro, del Único, genio de las palabras e inquebrantable defensor del orden social, patriarca de una Chusma Selecta, un Prometeo de la cultura gaditana y tantos otros títulos reales o ficticios de los que podría ser poseedor. Ayer deambulando por las librerías de Cádiz me encontré con este tesoro velado, esta ínfima porción de genio, este pasaporte al pensamiento culto.

Anoche no pude dejar de leerlo hasta bien entrada la madrugada... y hoy mastico una a una sus palabras y las más inoportunas, las que se quedan haciendo surcos en la garganta, las he sacado para airearlas en el cordel de mi memoria.