viernes, 30 de mayo de 2014

Donde anidan las ideas

Palabras más, palabras menos. Palabras que llegan antes siquiera de pensarlas, palabras que se cruzan con palabras y acaban peleando en un charco de barro. Palabras que huyen, palabras que murieron en el mismo instante de nacer. Palabras brillantes envueltas en papel de plata, palabras anquilosadas en el fondo de la garganta. Palabras que empujan dulcemente a los pensamientos, palabras que más que palabras parecen órganos con vida propia. Palabras que dicen cosas que no son y otras que se ganan el sueldo a base de no decir las cosas bien. Palabras misteriosas, revueltas, enigmas sin licencia de apertura. Aunque la vida es más que palabras, una mirada a través del objetivo, una sonrisa al despertar, un hombro en el que apoyarse cuando se tambalean los sentimientos, una mano férrea que te agarra cuando saltas al vacío sin paracaídas, un suave ronroneo mientras lees en el sofá, un murmullo de violín al fondo del pasillo, una silueta de cariño debajo de la sábana. Y sobre todo, que sería de este pequeño rinconcito virtual de mi mente sin las imágenes que siempre le acompañan. Eso son cosas, y quizás las más importantes de la vida, que no se sienten a través de las palabras pero... desconocemos hasta donde llegaríamos sin ellas.

jueves, 8 de mayo de 2014

Se vende bosque encantado...

Ante este titular de prensa me quede anonadado, sobre todo cuando descubrí que con bosque encantado se referían a mi tierra, la Almoraima. 14.000 Hectáreas pertenecientes al Parque Natural de los Alcornocales, uno de los más grandes de España. La noticia en cuestión habla de que el gobierno, viendo las pérdidas que les ha venido dando en estos últimos años, desde que fuera expropiada a Rumasa, ha decidido vender a un gran postor. Y con ello ha empezado la guerra de alegatos a favor o en contra de esta medida. Parece que hay grandes fortunas detrás de la bicoca con interés de construir un gran hotel con aeródromos, zona de caza, etc.

Ahora, después de haberla tenido olvidada durante años, pretenden que sea la gallina de los huevos de oro y que el dinero les caiga en los bolsillos a manos llenas. Me congratula saber que la alcaldía de mi pueblo, Castellar de la frontera, se opone al trámite, y siendo el ayuntamiento el responsable de declarar si habrá cambio de uso en los terrenos para poder edificar como zona de ocio, lo que supondría un cambio de valor importante en la facturación por los terrenos. La alcaldía propone una serie de mejoras consistentes en un jardín botánico, un acondicionamiento de caseríos dispersos y olvidados por la zona para convertirlos en turismo rural, una empresa de biomasa y una industria de transformación del corcho, material del que viven muchas familias de la zona y que una vez recogido se tiene que enviar al extranjero para reconvertirlo.

Tengo que reconocer que el principal paisaje onírico de mi infancia es la visión del “desierto de la Almoraima”, llamado así en el Medievo por su frondosa arboleda y sus zonas pantanosas que hacían difícil el trayecto entre el Castillo de Castellar, importante muro fronterizo del reino de Granada, y el Estrecho de Gibraltar. El castillo es un balcón desde el que se puede ver, en días despejados, las dos columnas de Hércules, el fin del mundo conocido, el non plus ultra, que son el Peñón de Gibraltar y el Jebel Musa, o La Mujer Muerta. Justo donde Platón situó la puerta que abría el camino a la mítica isla de la Atlántida y su adelantada civilización que fue convertida en pasto de los peces en solo un día y una noche terribles a causa de un violento terremoto y un diluvio intenso provocado por castigo de los dioses. Como veis, mi tierra está llena de viejas leyendas que llenan de misterio y de magia a la zona y me convirtieron a mí en un juglar de papel y lápiz.

No podría estar más de acuerdo en que los cambios pueden traer nuevas esperanzas, pero si se hacen las cosas de una forma coherente y benévola. Ahora que estoy en el sur, me he sumergido un par de veces en las entrañas del bosque para preguntarle a su espíritu, a los druidas y a las hojas qué piensan sobre el tema.

“No se puede vender así como así un bosque encantado, la magia pertenece al que la siente, nunca al que la compra”: dicen al unísono.