viernes, 14 de diciembre de 2012

El Apocalipsis Maya

En uno de esos sueños recurrentes en los que suelo entrar cuando caigo en un estado febril provocado por virus mayas, que se alinean de forma macabra en el estómago, se me apareció Quetzalcóatl.  No estoy seguro si era una deidad, un antiguo caudillo o un simple ciudadano de a pie de aquella milenaria estirpe. No me enseñó su rostro. Pero lo que si me enseñó fue el verdadero significado de su profecía.

“Es cierto, llega el Apocalipsis. Pero presta atención a mis palabras… - Decía Quetzalcóatl en tono serio -  porque para que haya un nuevo principio tiene que haber un fin. Lo que los míos tratan de decir con sus cábalas es que se acaba el reino de los injustos. Que las nubes de tormenta tronarán de aquí a la eternidad sobre las cabezas de los ruines y ahogarán todas sus ideas. Llega el amanecer de los justos, de los honestos y de los soñadores. La mejor espada para esta lucha será la Palabra, el Grito, la Denuncia. Los mejores escudos serán el Arte, el Conocimiento, el compartir Boca a Boca. Volveréis a fabricaros armaduras de Cultura, aunque tengan que ser hechas a base de retales recogidos en las calles, porque el Arte sale de las calles, no de los palacios. Y volveremos a levantar catedrales del Conocimiento porque para eso el pueblo es sabio y no dejará que una civilización desaparezca, como la nuestra, por culpa de unos malos consejeros, unos malos líderes que se han elegido entre ellos casi por mandato divino, como los nuestros.”

Mientras me lo contaba, miraba a la luna y las telas se mecían con las primeras brisas del amanecer. Yo estaba empapado en sudor enredado entre las sábanas y no lograba encontrarme dentro de mi sueño, o quizás era una proyección de su sueño. Había perdido toda perspectiva. Volví a oír la voz de Quetzalcóatl.
“Es la hora de repartir los dones para la humanidad. No como propósito de año nuevo, sino como regalo para la nueva era… Doy a escritores comprometidos  palabras más afiladas que la guadaña de la muerte, y dardos de emoción a los versos de los poetas. Doy paz y nuevas fuerzas al trabajador incansable y más sabiduría a los que enseñan a nuestros vástagos aunque se hayan quedado sin aulas donde predicar con el ejemplo. Doy notas, acordes y talento a los músicos que no llenan estadios pero cantan en las calles las nuevas buenas que han de venir, porque ahora las calles están llenas. Doy torbellinos de energía a todo el que dance descalzo porque sus pies estaban cansados. Doy caminos al caminante y senderos a los perdidos. No doy nada al que mucho tiene y lo ha comprado con dinero. Doy la palma de la mano negra al que se ensució cogiendo lo que no era suyo, al que tomó y no pidió. Doy el grito al que vio algo que nunca debió suceder. Quito todo y no doy nada al que se enardeció de ser más que los demás. Quito el oído al que no quiso escuchar. Doy manos calientes y sanadoras a todo aquel que fue parte de la Marcha Blanca, por el bien de los enfermos y que no dejó nunca de sanar las heridas de los demás. Doy tesón, fuerza y pundonor al que siguió investigando, buceando en el Conocimiento, buscando salidas a pesar de dar pasos en la oscuridad. Y lo que es más importante y no abunda en vuestras leyes, doy la posibilidad a todo aquel que se sienta excluido de esta lista que ingrese en ella buscando un hueco de la forma que mejor le apetezca y por ello será bien acogido, tratado y aconsejado. Doy paz a las madres que no dejan de pensar en sus pequeños y a los que hacen trucos de magia doy papel y lápiz para que no escondan sus secretos y hagan sus trucos a la luz del día y para divertir, nunca para engañar.

Ese es el tipo de gente que sustentó a nuestro pueblo, los que hicieron grandes y milenarios a los mayas, los que amasaron el conocimiento, los que hablaron a otras civilizaciones de sus prójimos y escribieron cosas encriptadas para que solo gente como ella pudiera leerlas. El resto de cosas, llámese apocalipsis, alineaciones de planetas y demás parafernalia son sólo cuentos para asustar a los niños a la luz de una hoguera.”

Mientras decía esta última frase, Quetzalcóatl empezaba a diluirse y desapareció con el primer rayito de sol que entró por mi ventana. La fiebre había desaparecido y aunque aún sigo teniendo malestar de estómago, mi único pensamiento en ese momento se centraba en que si ese es el Apocalipsis que nos espera… ¡Estoy deseando que llegué!


lunes, 20 de agosto de 2012

¿Regalo o castigo?


Esa premisa siempre fue un motivo de disputas en mis círculos que me llevaban con cierta vehemencia a sentenciar con la cruel comparativa del vaso medio lleno o vaso medio vacío. Cuando ves que ese símil esta fuera de lugar, bien porque no queda agua en el vaso o el vaso se ha convertido en un amasijo de cristales rotos, me surge otro símil que dice que cuando el sabio señala la luna solo el necio mira al dedo. Puede inducirnos a error pensar que el bien y/o el mal depende única y exclusivamente de nosotros mismos, podemos pensar que nuestras capacidades, nuestra ética y moral o nuestros conocimientos pueden ser la línea que separa éxito de fracaso, victoria o derrota y, en definitiva, regalo o castigo. Indagando en mi manual de filosofía de bolsillo, o salteado de verdades universales que sirven única y exclusivamente a un servidor, saco de mi chistera un viejo truco de cartas que alguna vez hice en público, el de ahora estoy arriba y ahora estoy abajo, y veo que, como muchas cosas de esta incesante y taquicárdica vida, ya ha quedado obsoleto y anclado en un vulgar rincón de mi mente.
Volviendo al cauce de lo que me movía a desparramar de esta forma un carril de palabras, un rastro de migas, sobre si la vida es un regalo o un castigo me retraigo a la acción de observador y me reafirmo en la función de bardo, que fue lo que me trajo a este espacio compartido para contaros una historia más allá de los sueños. El relato empieza así: el principito creía que vivía solo, en su casa y en su mundo. Cuando creía que conocía su mundo llegaron los problemas en forma de baobabs, luego el aviador, la serpiente y empezó a conocer diferencias buenas y malas con su mundo alternativo. Siguiendo la estela de Saint-Exupèry continuaría el siguiente fragmento: ...un buen día el principito recibió la visita de un hombrecillo montado sobre un artefacto que se asemejaba a un planeta por arriba y un engranaje de relojería por debajo y se columpiaba en un continuo vaivén sobre el planeta del principito.
¡Para, qué me vas a marear!- dijo el principito. El hombrecillo, que lucía chistera y bufanda le sonrió y respondió- No esta en mi volar más alto ni más bajo, correr o parar. Somos péndulos. Vamos o venimos y todo lo contrario. Los que se paran, tarde o temprano se ponen en marcha, para bien o para mal ya sea por acción intrínseca o empuje extrínseco. Si estoy aquí es en gran parte un cúmulo de casualidades al igual que tú.
El principito, que no había asimilado el caudal de información que le llovía, asintió y dijo meditabundo - Yo siempre he estado aquí. Eres tú el que se mueve.
El hombrecillo se quitó el sombrero, se rascó detrás de la oreja y sentándose sobre la hierba de su planeta péndulo dijo suspirando- Tú y solo tú, eres el centro de tu propio equilibrio. Aprende a mantener tu propio equilibrio y cuidate de apoyarte en el equilibrio de otros péndulos porque pueden ocasionar un desequilibrio en el tuyo. Eso no significa que te alejes en cuanto veas venir otras trayectorias pendulares porque para conocer tu propio equilibrio habrás tenido que conocer el miedo a la caída, el vértigo y la velocidad a la que ruedan otros, más rápidos, más lentos y entonces empezarás a conocer tu tempo. Yo aún ando ajustándolo.
El principito se tocó el cuello visiblemente afectado por el vaivén del hombrecillo, Se tumbó sobre la hierba y respondió sonriente- Me alegro de que al fin me hayas enseñado algo.
-¿A qué te refieres?- Respondió el hombrecillo.
- A que a cada persona, independientemente de su tempo y de su orbita, hay que mirarlo de la forma que mejor nos siente. Y la mejor forma de verte es estar tumbado sobre la hierba sin moverme.
El hombrecillo rió a carcajadas y asintió. Luego añadió mientras se alejaba, o bien era el principito el que lo hacía,- El que se alegra soy yo, que sin ánimo de enseñar aprendo y y todo lo que aprendo lo recito y al mismo tiempo agradezco lo que me dices de lo que digo y admiro lo que aprendiste de lo que no se dijo.

jueves, 26 de julio de 2012

picando la curiosidad

Es probable que alguna vez te hayas preguntado que tipo de contrato encarcela al disegnadortipo a esta página y si en su convenio se contempla algún tipo de vacaciones o por el contrario es factible la venta de su alma por el resto de la eternidad. El caso es que de una u otra forma ha tenido la capacidad de disfrutar de unos días de destierro hierático y del mar en trampantojo, surcando rayos solares en el lomo. El disegnadortipo no concibe el ocio como un dejar de hacer cosas y ha encontrado a su más excelso enemigo en la figura del "mosquito del palmar", un chupasangres sin escrúpulos más despendolado que una barca sin remos. Nadie se habría de percatar de la vida del mosquito del palmar si el disegnadortipo, en su ansia de búsqueda del conocimiento y despecho hacia las horas ociosas de las vacaciones no se hubiera pasado loa días avisando al personal de las idas, venidas y acometidas del archimaestre chupóptero de marras. Algunos afortunados esperriados por toda la geografía gaditana han tenido la suerte de conocer algunos de los trucos y estratagemas del animalillo. Próximamente, en una nueva entrega de las ansiosas vueltas de vacaciones del disegnadortipo tendremos nuevas aventuras, conflagraciones, tonificaciones, neumas, gnosis y hasta algún que otro esputo que ofrecerle. Por ahora, y sin ánimo de abominarles las vacaciones disfruten del retrato robot del maraviglioso mosquito del palmar.

lunes, 16 de julio de 2012

El problema del mal

¿Qué es de esas obras nacidas del ingenio de un loco, qué es de esos personajes desgarradores que parecen sacados de la nada por lo humano y lo divinos a la vez, desde cuándo los cimientos de la cultura fueron terriblemente atenazados por la cultura del tetra brick, el copia y pega y la fast food?

Desde hace ya algunos lustros venimos sufriendo la escasez de lo nuevo y vemos que lo nuevo se sustenta bajo balaustradas de dinero que, por un alto índice de audiencia, no se trata mas que de una vuelta de tuerca a las carcomidas ideas de sucedáneos light de espectáculos de broadway y remakes de clásicos con una mano de chapa y pintura sin entrar en la conciencia de las nuevos conflictos, de los nuevos cambios y las nuevas inquietudes.

Si bien es cierto que aún existen buenos creadores, no se está valorando en su justa medida el esfuerzo en nuevas creaciones si no transmiten al instante un merecido goce en el bolsillo de un productor cualquiera. Eso convierte los esfuerzos creativos en ejercicios de papiroflexia discursiva, de equilibrios imposibles con billetes de tres cifras y, en contra de lo que pudiera parecer, un desequilibrio en la balanza de las artes que siempre fueron pioneras y destacadas embajadoras de nuestro país.

¿Cuál es el contrapunto de este desequilibrio? El deporte y la política. Esta década, si nadie logra evitarlo, se va a convertir para nuestro país en la década de los grandes logros deportivos, que nadie se atreva a decir que el deporte es un arte, y de los grandes desmanes políticos. El último desfalco a la cultura viene de la mano de otro de los grandes errores gubernamentales que, continuando la mala labor de lo anterior, juega contra una compleja maquinaria educativa y artística que, no en la última década, en los últimos siglos han convertido de este país en un lugar referente en la cultura y la admiración internacional.

Por más pintura, letras, música y obras teatrales que tengamos, si no hay unos nuevos referentes se convierten en agua estancada y delimitan el coeficiente intelectual de una nación. Parafraseando a Zenón diré que Dios nos otorgó dos orejas, dos ojos y una boca, probablemente para que escuchásemos y observásemos más a nuestros semejantes y habláramos menos. Esto indica hay voces que predican en el desierto con versos de oro y tocapelotas que aseguran sus piernas por millones de dólares, que sale mejor que invertir en moneda nacional.

Por primera vez, y por culpa de unos cuantos, a la cultura le tocará calentar banquillo.

jueves, 5 de julio de 2012

Ladrones de tiempo


Estén atentos esta noche, damas y caballeros, porque voy a desvelarles uno de los más grandes secretos arrastrados a las tinieblas a lo largo de los años. La existencia de los ladrones de tiempo, los devoradores de segundos y/o guardagujas.

Este grupo de adoradores de Kronos han perdurado de generación en generación buscando en todo momento buscar su lugar en el mundo conforme a las premisas que les marca el tiempo como elemento lineal, buscando dotarlo de otros elementos más flexibles y mitológicos en pos de una ruptura en la linearealidad de la vida humana.

Grandes pensadores de esta enigmática secta han sido Leonardo Da Vinci, Lewis Carroll, Salvador Dalí, Stanislav Lem, Jean Eugène Robert Houdin, Julio Cortázar o Andrei Tarkovski entre otros. Todos ellos, sin excepción, han pasado gran parte de su vida adulta buscando, a través del arte, el camino hacia nuevos puentes espaciotemporales. Estos guerreros del lienzo y el papel dejaron a su paso mucha ficción pero pocas pruebas reales y prácticas de cómo conseguir manipular el tiempo a tu alrededor y dominar el espacio a placer.

La única prueba fehaciente de que realmente estos acólitos de Kronos consiguieron ahondar con sus minuteros en las oscuras grietas del tiempo es que fueron, cada uno a su manera, capaces de acumular una sabiduría más allá de lo humanamente normal para dejar un registro de obras de exquisita magnitud.

Ha quedado de ellos un surtido de anotaciones, inventos, bocetos, textos que daban a entender esa búsqueda, esa relación intertemporal con un secreto velado, por otro lado discreta y solitaria. Algunos de esos guiños sublimes podemos vislumbrarlos en “esculpir en el tiempo” del director ruso Tarkovski, “Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj” del escritor argentino o el testimonio gráfico de los relojes blandos de Dalí.

En la actualidad, o más oportuno decir “en los tiempos que corren”, parece que estos sectarios han decidido dedicarse, en la oscuridad de su estudio, a buscar maneras de romper esa vorágine  furiosa a la que nos arrastra, cada vez con más intensidad y con ciclos más cortos, la sociedad. Y aparecerán como abanderados de una revolución cuando consigan armas tales, si la cosa se les da bien, como la maquina de teletransporte, el condensador de tiempo o la máquina de la espontánea ubicuidad.

Están avisados...



miércoles, 13 de junio de 2012

Inclinarse demasiado da dolor de espalda

En esta ocasión os quiero explicar en cinco pasos el romántico arte de hacerle reverencias al destino, porque si ante algo o alguien tenemos que inclinarnos, y dejarnos los riñones en el flexible arte de reverenciar, es ante las cosas intangibles. Porque de nada sirve inclinarse, de ninguna de las formas, ante la gente por tres sinceras y prácticas razones: 1) la gente humilde no valora una reverencia y la toma como un acto de alevosa imbecilidad. 2) La gente ambiciosa, aunque agradecida, la toma como un sorbo de café a media mañana sabiendo que después de comer tomará otro inevitablemente y pasará en alto cualquier tipo de agradecimiento posterior a la fecha de caducidad indicada en el giro de cadera. 3) La gente que quiere ser ambiciosa y no sabe, o no puede, elogiaran con grandes aspavientos semejante gesto de enaltecimiento y pedirá sus diezmos de ego, a partir de la fecha, día sí y día también hasta que en la más mínima falta olvide para siempre la gratitud que le fue entregada y/o corra a refugiarse bajo el ala de un enaltecedor mayor y, a ser posible, más joven.

El manual de malas prácticas del filósofo apostólico DisegnadorTipo dice así:

En primer lugar remóntese al alba, momento en que usted se calzó los pantalones por donde mejor le vino en gana y recuerde que el perímetro de su trasero era inferior o al menos óptimo para el desenvolvimiento de la actividad de inclinarse sin el peligro de rasgar los pespuntes que separan su ósculo del ajetreado, y nunca buen anfitrión, exterior.

Una vez constatado y subsanado este reconocimiento busque un buen lugar donde hacer uso de su bienintencionada reverencia, prescindiendo para esta tarea de la compañía humana y animal. Búsquese para este caso, a su elección, un buen altar de mármol blanco del Pentélico, un muro de las lamentaciones o una trinchera en mitad de un campo de tiro. El lugar elegido, sin duda, ayudará a crear un tipo de expectativas a su reverencia.

Llega pues, elegido el atuendo y el lugar, el momento del ejercicio puro y esfuerzo sobrehumano de tensar la espalda, flexionar levemente las piernas y lanzar su cabeza hacia adelante trazando un arco perfecto, que en ninguno de los casos estaría bien visto que alcanzara un angulo mayor al de 90 grados centígrados, por eso de la ebullición del líquido amniótico.

Si no fuera posible prescindir de la soledad suficiente para realizar su rito procure no hacerlo en dirección a personas de ego refinado por miedo a ser automáticamente reducido al rango de pisamierdas o criatura de pantano. Y sobre todo vigile la posibilidad de que el arco de su flexión no interfiera sobre el cuerpo de otra persona porque podría darse el caso de ser obsequiado con una letra escarlata en un abrir y cerrar de ojos.

El quinto, y último, paso al noble procedimiento de reverenciar es no esperar a cambio ningún tipo de dádiva o reconocimiento a su acción y procure levantarse y disimular el hecho con detalles del tipo "se me calló una moneda" o "investigaba el nivel de suciedad del suelo", silbe cualquier canción de moda y llore desconsoladamente al doblar la primera esquina de la calle.

Solo entonces sabrá el autentico regocijo para el alma que supone el noble acto de reverenciar por el mero placer de hacerlo de motu propio y no por obligación social.

lunes, 21 de mayo de 2012

Lanzando órdagos al destino


A veces las salidas parecen demasiadas, los caminos estrechos, la vida angosta y los senderos desdibujados. A veces las encrucijadas están llenas de letreros desvencijados que señalan a bosques baldíos. Entonces,  creo que solo entonces, el verdadero camino empieza a arder por dentro y antes de que des un solo paso tus nervios ya han empezado a crear esa vía. Normalmente los ángeles lloran durante estos días de desconcierto, los sabios te dicen que no saben que decirte y los animales te ladran por la calle sabiendo que algo de ti se mueve por dentro.

Después de calarte el sombrero de paseos de larga distancia sacas las cartas dentro de tu cajita de los truenos, miras a lo lejos, te guardas un Joker en la manga y empiezas a esperar la respuesta del destino. Si es aciago siempre tienes el Joker, si la tirada es baja igualas y subes, si es tirada alta igualas y ves. En los duelos de alta magia no existen enfrentamientos en los que no pierdas nada así que prepárate a sacar la balanza y disponte a pesar cada una de las huellas que te han precedido hasta ayer mismo. Y la grieta se empieza a abrir bajo tus pies con riesgo de tragarte como un embudo dentado y famélico. ¿Hacia dónde te llevará? ¿Te dejaras caer? ¿Se reirá el Joker en tu mano?

Más vale que tengas un buen solomillo, o vacío alto en su defecto,  y juegues con precisión de francotirador cada movimiento para no caer en la espiral viciosa de la frontera perdida. Si acompasas cada ronda con un buen giro argumental y una buena banda sonora el resultado puede ser poco menos que un fílmico recuerdo de tu paso por este mundo. Pero si el truco no sale y, a pesar de todo, tus esfuerzos, mis esfuerzos, se quedan en poco o nada recuerda que el único problema es que ya nadie cree en la magia. Y lanzando un órdago al destino digo que algún día encontraré un lugar donde la ilusión sea lo cotidiano y la barrera de entrada no pueda ser vista por ojos voraces, egoístas y ambiciosos. Un lugar donde todo funcione con la cordialidad, la sonrisa y la educación.

Busquemos ese lugar, por todos los dioses.

domingo, 13 de mayo de 2012

31 = 13

A veces esperamos el momento de ver como toda obra a la que nos consagramos llega a su fin. A veces contemplamos como esas obras no acaban nunca y entramos en una fase de desesperación. A veces concentramos toda la energía en un solo punto del universo con la suficiente habilidad para olvidarnos de todo lo demás, pero sabemos que no podemos hacer nada por evitar que el universo este ahí esperándote, perturbado y orgánico, una vez termines tus pesquisas con la inmortalidad, ya sea esta escribir, dibujar, contar, transgredir, luchar,… cualquier faceta de tu vida que necesite pagar un precio por conseguirla siempre es un alto precio.

Y en ese mismo momento empiezan los problemas. La magia te dice que tienes trece años, y uno lo escamoteas para guardártelo en la manga, que tu mente navega hacia atrás y hacia delante en el tiempo como una peonza cuántica y que podrías tumbar el muro de una presa a base de inferirle un torrente continuo de palabras e ideas inyectadas a chorro. Sin embargo la ciencia te golpea por la espalda con su guante de treinta y un años diciéndote que no eres nadie, que no has terminado todo lo que te proponías terminar y que te quedan taaantas cosas por hacer que no vale la pena que empieces porque no te da tiempo para acabarlas.

El mundo se derrumba, lo vemos en la tele, prensa, radio y en las calles y los corazones siguen dos caminos bien marcados, o se vuelven pétreos, insensibles y moralmente alienados o, por el contrario, laten tanto, tanto y con un pulso tan acelerado que corremos el riesgo de que se nos salga por la boca, se nos pare en mitad de una curva o reviente segregando una mezcolanza de placer, dolor, placer, dolor.

Y cojo un trozo de rama y me agacho a escribir unas palabras en la arena, mañana vendrá el viento, una ola, los pies de alguien que no leyó al pasar, y se las llevará. Pero hoy escribo: “Chicos, nos estamos destruyendo, algunos con mentiras, otros con dinero, algunos incluso nos matamos con amor, ¿Quién despierta tus neuronas? ¿Quién riega tus plantas con cifras de mas de cuatro ceros?  ¿Quién te pone una losa encima grabada con marca R.I.P. para que respires poco o nada mientras la sujetas? ¿Quién, aunque, bien te quiere te hará sufrir?” Después de escribir todas estas preguntas tiró la rama y me dispongo honestamente a responder a las preguntas, difíciles de responder de forma abierta a la humanidad entera. Splash, llegó una ola y borró las preguntas.

Con los pies mojados, voy en busca de otra rama seca, miro al horizonte, bajo la mirada, escribo en la arena…

domingo, 8 de abril de 2012

De Pascuas en Ramos


¿Hoy es día de Pascuas y Ramos, no? ¿O solo Pascuas? ¿Y cuándo son los Ramos? Que me perdonen los que saben de fiestas y santos porque yo de esto hablo, opino y recuerdo, pues como la expresión popular me indica, de Pascuas en Ramos. El caso es que para entrar en este día santo, hay que entrar despojado de todo mal, hay que encontrar el consuelo que nos permita afrontar el día con una tranquilidad e imperturbabilidad dignas de elogio y aprovechar las horas sin mirar el reloj, sonreírle a los prójimos y apiadarse de los que no pudieron sacar sus Santos a relucir durante estos días atrás (hoy expío aquí delante mis chanzas y risas irónicas con todos esos pobres privados de su disfrute).

Así que, anoche, en vísperas del día de hoy he hecho una nueva cosa por primera vez. He hecho huevos de Pascua, eso sí, a mi manera. Se lo he dedicado a una religiosa amiga y ahora, orgulloso de mí opera prima oval, la expongo aquí sin ánimo ni prejuicio de parecer más religioso que un practicante dedicado. Ha sido un simple acto de espontaneidad práctica y visual pero oye, éstas cosas pasan. Pero como todo no puede ser bueno, santo y creativo también os digo que, en estos momentos, solo quedan tres. Los otros tres me los he zampado porque tenía la Santa necesidad de hacer una tortilla francesa que, al estar santificada sue generis, espero que limpie mis culpas internas.

Cómo cuando estas cosas pasan parece que todo a tú alrededor se asocia en una misma causa, se centra en un mismo punto de inflexión y se conecta con tu vida, tengo que hacer una nueva confesión. Estoy leyendo el Éxodo. Aunque viniendo de mí pocos se lo iban a creer y les diría que algo de razón llevan. Me estoy leyendo el “Éxodo de los gnomos” de Terry Prattchet. No deja de ser una fiel recreación santa del destierro y la búsqueda de la tierra prometida pero desde el punto de vista de unos seres bajitos que ven el mundo desde otra óptica. Y después de haberlo tenido, el libro, prestado y postergado desde hace más de dos meses sin tocarlo llega Semana Santa y voy y me lo leo. Uno más de esos conceptos inexplicables en los humanos.

Así que, en definitiva, disfruten del último día santo, ya sea pascuas o ramos, prometo aplicarme para la próxima, y el valor más importante y santo que saco del día es que a la vida santa “Hay que echarle huevos. Amen, que no Amén”.



jueves, 5 de abril de 2012

Dos pájaros de un tiro

Hay quien no cree en casualidades y quien cree que son pequeñas bromas del destino para dejarnos con una sonrisa en la boca. Esta pequeña gran broma se la gastó el azar a mi padre al traerle, hace treinta y cinco años ya, en el día de su cumpleaños a su primera hija, mi hermana, como regalo.

Nunca le pregunté, pero lo haré cuando lo felicite, cómo se sintió, él que todo sabe arreglarlo con su caja de herramientas, cuando le pusieron esa cosa chiquitita, poca cosa y con pinta de estropeada (hoy en día es todo una mujerona, todo hay que decirlo) en sus brazos y le dijeron “felicidades, ha tenido usted una hija”.

Mis tres posibles respuestas son: A) Y este ruido que hace el motor de la incubadora no suena muy bien, ¿Les importa que le eche un vistazo? B) A ver si despiertan pronto a Pepi que tengo que ir a lavar el coche. C) ¿No es la cosa más bonita del mundo?

Yo aún no estaba por allí para escucharlo, entonces tenía menos cuatro años, pero estoy seguro que los que estaban allí con él le escucharon todos decir la C. Hoy cumple el doble más uno de los que tengo yo y la edad de mi hermana no la voy a decir porque está feo revelar la edad de una dama que está en su plena juventud y facultades así que, una vez más, desde mi destierro autoimpuesto les hago participe de mis felicitaciones y me congratulo con el azar por permitirme pintar dos pájaros de un solo tiro.


¡Felicidades!

lunes, 2 de abril de 2012

A golpes de realidad

La realidad nos suministra golpes. Eso está claro. Y duelen. Pero la única manera de soportarlos es volver los ojos hacia dentro y buscar los paisajes de nuestra mente. Los sueños se han creado para hacernos un arquetipo real de lo que queremos, querríamos, desearíamos ser. Pero la realidad nos envuelve en su frío manto y nos conduce por sus propios senderos en una especie de Teoría del Caos muy premeditada.
Hay un atajo, pero hay que perder la razón. El teatro mágico espera con las luces encendidas, ruido entre bambalinas y lámparas de queroseno inextinguibles. ¿Estás dispuesto a pagar la entrada? Elije la mejor butaca que empieza el espectáculo. También puedes pedir un papel en la Obra, solo para lokos, y si la cosa funciona convertirte en tu propio personaje de ficción, dibujar tu historia con lápices de colores y crear toda la escenografía de tu mente o dejarla en manos de un creador de sueños bien adiestrado.

¿La obra? La eliges tú: Tragedia, Comedia o Drama, en tres actos… o puede que cuatro. En realidad, cuando la obra comienza nadie sabe cuándo empieza o cuando acaba. Bueno, sí. Acaba cuando un personaje se va, haciendo mutis por el foro, o es aniquilado a golpes por la realidad. El que persevera en su locura, al final se gana las tablas, el aplauso del patio de butacas y un bonito viaje a la inmortalidad. ¿Qué no oye los aplausos? Los aplausos también forman parte de su locura, usted elige a sus espectadores, usted crea su Personaje de ficción, lo impregna de sí mismo, lo viste de símbolos y se desplaza por las tablas danzando y retando, a golpes, a la realidad.

Sólo hay un Teatro Mágico. No es para cualquiera. La entrada cuesta la Razón. La obra no se acaba, las luces no se apagan. Vuelva cuando quiera, le iremos contando de que va sobre la marcha.

lunes, 19 de marzo de 2012

Féliz día del Padre y de las Josefas

Feliz día del padre, hola papá, y feliz día de todos los José y las Josefa. Yo no soy mucho de santos pero como no tenerlos en cuenta cuando es, a un mismo tiempo, el día de tu padre y el de tu madre y también es tu medio santo, ya creo que nunca llegaré a santo entero.

Aunque el día del padre no es, para mí, solo un día. El día del padre ha sido cada día que mi padre a dedicado en su vida a ayudarme a crear inventos con necesidades de mano de obra cualificada (trípticos de tres metros con bisagras y recortes puntiagudos hechos con sierra de calar, máquinas leonardescas con el fin de dejar huellas en las paredes, torres de metacrilato con cajón de luz para proyectar colores,…). Sin duda cada uno de esos días fue el día del padre porque para él, lejos de ser como para mí un fin artístico-académico, era un día en que yo llegaba con mis caóticos planos mentales y el ponía su arsenal de recursos constructivos y su creatividad resolutiva. Y juntos llegábamos a un fin que no era ni el mío, ni el suyo. Era el nuestro. Mis mejores proyectos de la carrera se los debo a los días del Padre.

Y es también el día de las Josefas, hola mamá, aunque yo ya lo haya celebrado a base de empanada de dátiles y bacón que llegó la semana pasada de tus manos, más allá de despeñaperros, directamente a mi boca. El día de las Josefas, es el día de visitas a la cocina, de repasar historias al lado del fuego, de enseñarte los dibujos que me pasaba horas garabateando mientras tú dormías frente a la tele,de compartir recetas al otro lado del teléfono o preguntarte de donde sacabas las palabras cuando me decías que venía “pituto” o que estabas “esgargolá” frases del vocabulario personal de las "Flores". Mis mejores pucheros, morunas y, sobre todo, gazpachos, se los debo a los Días de las Josefas.

Hay muchos Josés y muchas Josefas, y les felicito igualmente a todos, y a todos los padres. Y seguramente me pasaría horas recordando pequeños momentos de grandes Josés y grandes Josefas, y grandes padres de otros, y padres recién titulados por la escuela de la vida y otros muchos que se vuelcan con sus hijos. Felicidades de todo corazón a todos ellos porque cada uno será recordado en su justa medida, con regalos, con palabras de agradecimiento y con dibujos.

Este es mi regalo para el día del Padre, con mayúsculas, y el día de mi Josefa.


viernes, 16 de marzo de 2012

El baile de los astros

Ayer oí que ha comenzado un baile que durará cinco noches. Venus saliendo a recibir a Júpiter en el cielo. Por fin podrán abrazarse y sentir el aislamiento que ambos sufren durante trece meses cada vez que deja de sonar la música del universo, tocada para ellos, y cada uno tiene que seguir su camino marcado. ¿Pero qué son trece meses para los dioses luminosos del cielo? ¿Qué son trece meses para esperar un baile que se pródiga durante casi una semana en que ambos, se buscan, se seducen, se rinden el uno al otro y finalmente se van dejando ir por el peso de sus propias sensaciones?

Comienza el baile. Bailemos con ellos porque está conjunción será visible en el cielo ahora mejor que nunca y mientras los vemos bailar podemos sentir esa sensación de imán que irradian. Salgamos a la calle, miremos hacia el cielo, oigamos la música que nos gusta, dediquémonos a crear e imaginar en el aire. Otro día seguiremos con lo nuestro. Pero este sábado miremos al cielo. Veamos como Júpiter suelta con tristeza la mano de Venus, la brillante y seductora, después de su eterno abrazo de cinco días y algunas horas. Os cargaréis de vida, os llenaréis de sueños y flotaréis sobre los problemas casi sin rozarlos.

 Ya he reservado mi entrada, como espectador impaciente, y he mirado al cielo durante la noche de ayer. He tentado a la suerte y he salido ganando, desde la ventana de mi cuarto, que da a un patio interior de unos tres metros cuadrados con salida hacia el cielo, he podido ver radiante el baile de los astros como si un pequeño duende pintor hubiera trazado el cuadro para mí en esos escasos tres metros de visión. Allí, a lo alto, brillaban ambos con luz propia concentrados en su acercamiento. Y he podido dormirme viendo semejante conjunción y cargándome de toda su sinergia.

“Confía en la suerte y la suerte se fijará en ti”

ElDisegnadorTipo

P.D. Esta vez no hay ilustración posible. Estoy ocupado mirando al cielo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Inventario

Hoy fue el día mundial del sueño y que mejor manera de terminar sus horas sino haciendo inventario de ensoñaciones, sueños que parecen realidad y realidades que van más allá de los sueños, de pesadillas que vuelven cada noche y sueños recurrentes a plena luz del día o déjà vécu.

Un día cualquiera la gente suele hacer un inventario general de lo que ha pasado durante la última semana. A veces emplea un poco más de tiempo en hacer el seguimiento de los puntos de inflexión de los últimos años. Y si el tiempo, y el corazón, lo permiten hacen un balance de toda una vida. En la trastienda del mundo de los sueños los inventarios se hacen de otra manera. Se recuerda hacia adelante, se proyectan los objetos del deseo y las invenciones de la imaginación en un tornado de nuevas sensaciones y búsquedas maravillosas.

La última vez que visité el furtivo local fui atendido por la mismísima Psique que fue mostrando uno a uno todos los anaqueles repletos de objetos imaginados e imaginables y empezó a hacerme una clasificación detallada del orden que impera en medio del Khaos. La primera estantería es la de los sueños que se hacen realidad. Justo al lado están los sueños que sueños son y están deseando saltar la balda hacia la primera estantería. Un poco más allá está el rincón de las frustraciones donde se encuentran los sueños que suspiran y todavía laten. En la estantería del fondo y rodeados de cadenas están también los objetos de odio, que gimen, custodiados por barrotes y sacudiendo sus cadenas y gritando a los demás.

En el mostrador, casi dormido, permanece Morfeo sin ánimo de recibir visitas y contando las horas que separan la vigilia del sueño. En la puerta siempre hay una sombra que busca el camino a casa. Antes de salir, Morfeo me tiende un libro de visitas. Esta lleno de firmas de diferentes colores, de esbozos de una vida, de dibujos enterrados en la mente y muchas páginas en blanco que debieron haberse escrito y se quedaron a la mitad. Una vez he firmado la página correspondiente Morfeo se vuelve hacia una pequeña caja fuerte oxidada, marca una combinación y saca del interior un pañuelo gastado con varios objetos: el reloj de plata que en vez de marcar horas marca palabras, la moneda con las dos caras iguales para lanzar al aire ante la duda, el encendedor de gas de la risa, un libro de bolsillo en blanco para leer mis propias locuras, el mapa de metro de mi cerebro con varias rutas señaladas, la estilográfica que nunca se agota y la canica de cristal que todo lo responde. Estos son algunos de los objetos de mi imaginario personal.

La tienda abre cada vez que cierras los ojos, cierra cada vez olvidas, olvida cada vez que sufres y sufre cuando no abre. Cada vez que entres no olvides firmar en el libro de visitas, así sabré que has pasado por allí y podré escribirte una dedicatoria. Y pregunta a Morfeo por tu inventario. En esa pequeña caja están escondidos tus objetos más personales, reales o no, esperando ser encontrados.


miércoles, 7 de marzo de 2012

Idealismos

(De ideal e -ismo).


1. m. Aptitud de la inteligencia para idealizar.
2. m. Condición de los sistemas filosóficos que consideran la idea como principio del ser y del conocer.

Durante toda mi vida me he considerado un idealista, con el consecuente horror de ver como los trámites de ser en potencia a ser en acto han desmoronado por el camino la realidad circundante. La salida más fácil era volver a los cauces “reales” de la vida y ponerte metas “reales” y creerte esas metas a pies juntillas. Pero existen senderos, mi tiempo me ha llevado verlos, que cohabitan entre la realidad y la ficción. Caminos que no existen de por sí, sino que son caminos que se abren a golpe de martillo. Nunca sabes que vas a encontrar detrás, si otra pared o un muro de hormigón, pero la mera intención de avanzar es, al fin y al cabo, el porque de este peregrinaje.

Cuando después de derribar una pared ves un mar calmado y una barquilla esperando, sin duda, empiezas a creer que vas por el buen camino. Cielo despejado, brisa en la cara, mar en calma, la barquilla y tú mismo, libre. Y sin duda estás en el buen camino, pero la mayoría de las veces el gran problema es que la utopía esta muy bien cuando tú la controlas, pero cuando esta se va haciendo grande y la barca no te permite manejar los dos remos con soltura, lo más probable es que termines dando vueltas en círculos. Aquí comienza la tensa espera de ser un idealista: los víveres se van agotando, el sol te quema la cara  y los tiburones empiezan a rondar tus tablas. La primera sensación es sacar una bengala y lanzarla bien alto. Error. Nunca sabes quien va a venir en tu ayuda, si un buque cazador de ballenas o una trainera llena de piratas somalíes. Lo idóneo es sacar el catalejo, disfrutar del paisaje y esperar a que pase por tu lado una barquilla de alguien como tú, que se dirija en la misma dirección. Nadie va en la misma dirección, diréis. Es cierto. Pero al menos lo que dura el trayecto has compartido palabras, te has reído y has dejado, por un momento, de dejar de pensar en tu propia utopía y has conocido otras que se acercan a la tuya.

¿Dónde vas? Voy a una playa inexplorada donde dicen que crecen árboles con hojas ya escritas. Que interesante ¿Y qué tienen escrito? No lo sé, voy allí a leérmelos todos. Interesante, te acompaño. ¡Genial! Oye, ¿ese tronco de ahí no tiene forma de pincel? No, más bien parece una escoba. Acércate que voy a intentar subirme en él para intentar hacer un dibujo sobre el mar. Eso es imposible, no conseguirás terminarlo porque cuando hagas el último trazo ya se habrá disuelto el primero y nadie podrá disfrutarlo. Pero el resultado se queda en mi mente, en eso consiste ser un idealista, cuando tenga tinta y papel podré hacerlo de nuevo y mejorarlo. ¿Y si para entonces no te acuerdas? 


Hasta entonces… ya se me ocurrirá algo.



martes, 21 de febrero de 2012

Ahora estoy arriba... mañana estoy abajo


De esta máxima nace toda la historia de la humanidad, llámenlo el eterno retorno, el río de Heráclito o el mito de la caverna. Todos sabemos como funciona el juego de la vida. Tiene unas reglas, pero no tenemos suficiente tiempo para conocerlas todas. Hay quien juega por jugar, hay quien oculta sus bazas y juega fuerte una mano para encumbrarse de divisas y hay quien guarda sus cartas hasta el final. Da igual, al final quien viene a recoger esas cartas es la Parca y hará como que pesa en una balanza tus buenas y malas acciones y te recompensará con la llave de una puerta. El resto del tiempo somos nosotros solos delante de unas cartas que te dicen mucho o nada. Todo son símbolos. Hay quien juega las cartas que tienen más colores y descarta las grises, hay quien juega una ronda a amarillas y la próxima cambia a azules. Hay quien lleva toda una ronda pensando en lanzar una carta y el segundo antes suelta la del otro extremo de la mano. Porque en el juego de la vida no existen las reglas reales, y si las hubiera las modificaríamos para hacer realidad nuestra jugada maestra. El gran problema es que somos 7.000 millones de jugadores (buenos, malos, implicados y desahuciados) y cada mano del jugador anterior cambia la del siguiente. Y un aleteo de mariposa en occidente puede crear un huracán en las antípodas.

Ahora estoy abajo, mañana estoy arriba…

Lo único que no podemos hacer es dejar la partida, porque el turno llega, y puede que quieras apostar a blancas o a negras, pero si no tienes esas cartas, jugarás a azules. Puedes acertar, puedes equivocarte, la siguiente ronda jugaras verdes…
El tablero de símbolos tampoco acaba, simplemente pasas por casilla de salida y recargas cartas, una y otra vez… hay algunos, que con suerte sacan una mano de cartas iguales y se permiten dar una vuelta jugando siempre el mismo palo. Eso te permite aburrirte más, o no. Puedes sacar escalera de color y pasarte la ronda subiendo, o bajando, pero al final es el azar el que se divierte viéndonos jugar unas veces bien, unas veces mal, otras regular…

Ahora estoy arriba, mañana estoy abajo…

¿Al final que queda? Las reglas que nos hayamos puesto, no las tuyas, no las suyas, sino las que nos hayamos puesto, pactadas o no, inalterables o no, únicas… o no. Y puede funcionar, pero tus cartas cambian y puede que alguna no ayude a mi juego, algunas pueden incluso entorpecerlo, y volvemos de nuevo al bucle. ¿Entonces, que nos queda? Nos quedan las reglas ¿Y si cambiamos las reglas? Tenemos las cartas. Las cartas cambian. ¿No había reglas? No recuerdo ninguna regla. Vamos a escribirlas. Pero… estas cartas no sirven para esas reglas. No importa, las cartas cambian. ¿Y si cambiamos las reglas?

Ahora estoy abajo, mañana estoy arriba…


sábado, 28 de enero de 2012

Ese juego llamado Scrabble...

Me he preguntado varias veces en mi vida qué era ese juego y cual era su uso y hoy, precisamente hoy, he desparramado sobre la mesa todas esas respuestas que me he dado a lo largo de los años como si fueran viejas postales rescatadas de varios viajes.

Solo quiero hacer un recuento de pasada antes de devolverlas al cajón así que vayamos a ritmo de crucero. Es una montaña de nuevos términos que se te anclan en la retina, un revoltijo de letras a la hora de la siesta, un golpe de estado en el hemisferio izquierdo del cerebro, un sauce que despliega sus letradas ramas mientras Didi y Gogo esperan, un cuadrilátero de cultura compartido por dos sabios púgiles o, quien sabe, un laberinto donde encierras al minotauro con ingenio. Por desgracia también es una herida abierta cuando te hacen 100 puntos de sutura o las vocales salen todas juntas de paseo.

Reconozco que cada partida es como escribir un diccionario en blanco donde cada palabra tiene su precio y solo el azar decide cuanta calderilla tienes para tu próximo envite. O como un ritual de taumaturgia con el exquisito cadáver de Apollinaire o Tristán Tzara.

¿Y qué conseguimos con eso? Un buen poso de lo visual y lo lingüístico. Un espejo donde maquillar fino tu intelecto y, aunque parezca sólo un juego, es como un niño listo que llama a su primo RAE, el de zumosol, para que venga a exprimirle el jugo.

Puede ser todo eso y muchas cosas más, pero es ante todo una necesidad de las palabras del otro.


Pero el juego aún no acaba. En mi última partida con el fantasma de Cortázar (llevamos años con ella porque el bueno de Julio siempre intenta colarme palabras de su invención) me ha salido esta serie que tengo que encajar de la forma más soberanamente posible o dar la partida por perdida. Compartiré el botín con el que me coloque la palabra con la cifra más alta de puntuación posible.

Tengo otra partida pendiente con Lewis Carroll pero es que en inglés me da miedito (eso sí, le he advertido que no puede usar palabras maleta).

jueves, 19 de enero de 2012

El don de la espontánea ubicuidad



Debido a la imperiosa necesidad humana, y en especial de mi entorno, de conseguir más tiempo para seguir haciendo cosas y, por supuesto, las horas muertas de delirio insomne me han llevado a hacer un pequeño artificio de andar por casa.

Gracias a mis artimañas de demiurgo de barrio he creado sue generis este, como podríamos denominarlo sin parecer excesivamente ambicioso, Máquina de la Espontánea Ubicuidad.

Con él podrá hacer realidad su deseo de quedarse descansando mansamente mientras un Doppelgänger igual de efectivo que usted se parte los cuernos contra la humanidad y regresa a casa con el sueldo ganado, el pan comprado, con ganas de hacerle la cena y calentarle los pies. Sí, todo es tan onanista como se está imaginando.

Para el experimento, en fase Veta, he usado un pequeño ser mitad pelusa, mitad bola de billar que andaba pululando debajo de la cama. El resultado no ha sido todo lo satisfactorio que deseaba en un principio. El ser, llamémosle Equis, ha empezado a duplicarse sin control y creando clones inexactos al original por lo que cada cual admite unas cualidades diferentes, y más bien pocas.

Hasta el momento la máquina no es apta para el uso con humanos por lo peligroso del resultado pero ya os avisaré, cuando se quede pulida, y veréis que clones más guapos os hago. No obstante si alguien en lamentable estado mental quiere ser el primero en probarlo no ofreceré resistencia, ni reparo.

En principio, y en vistas a conseguir fondos para seguir investigando, vendo Equis a todo aquel con suficiente síndrome de Diógenes como para guardarlo, mantenerlo e incluso quererlo. Los hay muy variados: uno muerde, otro dibuja, aquel duerme, otro lo chupa todo (este igual me lo quedo), y aquel de allí hace la cena (sándwich mixto, sólo sándwich mixto).

Para más información consulte el dibujo y haga su pedido totalmente gratis a flauro@gmail.com , con donativo VOLUNTARIO, y recibirá un Equis en su correo hasta fin de existencias, o de mi existencia.

Un saludo.

jueves, 5 de enero de 2012

Los reyes no son para los niños...



Ya vienen los reyes magos… y si son los que yo me imagino, este año no traen ni oro, ni incienso, ni mirra. Ni siquiera traen regalos, que es una manera más de atarnos al mundo material que tan poca falta nos hace. Mis reyes magos, son magos de verdad, sus coronas no son de oro con rubíes pero lo que traen en ellas son los atributos más importantes para la humanidad.

Melchor trae una Corona de Musgo sobre la que crece el árbol de la vida, sus frutos no florecerán hasta mayo, pero traen la consigna de la salud. Sus manos desprenden el calor que ablanda los músculos y relaja las espaldas castigadas.

Gaspar viene equipado con su Mitra de Picas, es el encargado de repartir justicia, de doblegar al poderoso, de equilibrar las balanzas injustamente desniveladas. Porta su espada cuyo fin es la pluma con la que escribe la historia de los que deberían ser desheredados de la sociedad.

Baltasar viene ataviado con su Cetro de Ideas, repartiendo a todos grandes dosis de previsión ante los problemas de la vida, innovación para salir adelante, creatividad para transgredir las fronteras de lo permitido y genialidad para poder indagar en la oscuridad en busca de nuevas formas de sorprender al género humano y ayudarlo a ser mejor.

Salud, Justicia y Creatividad. Estos son mis valores a desear y repartir para este año.   

domingo, 1 de enero de 2012

Ya ha llegado el 12...


...El número de los ciclos perfectos, inmutables, de la naturaleza y de la vida. Llega el 12 después de un año de recesiones, de altibajos y decisiones aberrantes. Veo desde mi pekeña torre de marfil un año de retos, de buscar lo tangible en el más abstracto vacío y de pelearle a Kronos la más mínima prórroga. Hago Inventario de deseos por cumplir, las encierro en burbujas y las guardo en mi sombrero de raíces para repartirlas entre todas las personas que han formado parte de mi pequeño planeta mecánico manejado por pequeñas ilusiones:

Doy cobijo al huérfano de gloria bajo mi ala de plumas grises. Mi humor de chistera para los que aparecen cuando hay marejada. El Agua de la Vida para los que nadan en el placer de unas cañas. La guadaña del afecto a los segadores de mi ira. Mis ojos rojos para los que quieren ver hacia dentro. Palabras y más palabras a los que tienen la boca sellada. Todo oídos para los que le quedan muchas cosas por decir.

Doy mi curso de vuelo a los que quieran hacer volar su nave. Las cartas bocarriba a los que juegan a sonreír. El Do de pecho a los que trabajan con pentagramas de colores. Fotogramas sin protagonista para los adictos a la cámara. La ruleta rusa a los que cambian balas por besos.

Por último regalo granos de arena para los que tienen agendas ajustadas, un porcentaje de acciones para los que kreen en mis sueños venideros, un trozo de césped en un planeta lejano donde poder andar descalzo, una porción de lokura a los que habitan en el lado de la razón.

Todo esto esparcido por el aire para hacer germinar las semillas del devenir. Cada cual puede escoger la burbuja que más cerca le caiga o buscar la suya en mi chistera. La trastienda está abierta todas las horas del año.

Feliz comienzo de año, que el 12 sea recordado para siempre.