sábado, 28 de agosto de 2021

Buscando el infinito

 

Hay gente a la que de una sola mirada se lee como un libro abierto y libros que nunca terminan de leerse. En cuanto a lo primero nunca deja de sorprenderme encontrar a alguien nuevo, alguien lejano que de pronto entra como una ola en tu mente, mueve, cuenta y dispone más allá del tiempo y de la distancia. Hay gente que son almas viejas, que ya se encontraron de alguna otra forma contigo antes y se tomaron el oportuno tiempo de saber quien eras y conocerte, solo de esa forma se explica cuando alguien termina tus frases o responde antes de que le preguntes. No termino de sorprenderme de este tipo de hallazgos afortunados.

En cuanto a lo segundo, libros que nunca terminan de leerse, acabo de adoptar el último remolino de aire que ha llegado a mis manos. Aunque tenía un ojo puesto hace tiempo en él, sabía que necesitaba todo el tiempo del mundo para abordarlo, y no es para menos. Este libro es sabiduría en papel, un antes y un después para el que dice saber de libros, porque nunca sabrás de dónde venimos y hacia dónde vamos si no le prestamos la debida importancia a la lectura que nunca debimos desplazar de nuestras mentes cada vez más cercenadas por pantallas y prisas.

Creo que ya arrastro de por vida una buena columna de libros apilados en mi memoria. Llaves a otros mundos  que te abrazan con su prosa construida y te dosifican mensajes de luz y calma. Tratamos tan superfluamente la lectura, y a veces el acto de escribir, que a veces, solo a veces pierdo la esperanza hasta que aparece el siguiente faro de luz que te rescata de encallar sin remedio en la gris madeja del tiempo.

 “El infinito en un junco” es un ensayo. Sí, un ensayo. Sé que el lector medio no se ha enfrentado a un ensayo en su vida, porque mucha gente nos insinuó que la lectura es para entretenerse, todo lo que nos aporta un beneficio inmediato, y por tanto actúa de placebo, quizás pensando que con el tiempo llegarían obras importantes, clásicos y pesos pesados de la literatura. Pero eso algunas veces no llega si no has depositado tu confianza en alguien que te muestre las bondades de las letras, que te enseñe los recovecos del pensamiento que se filtra en cada frase. Este libro, para todo el que sea capaz de escuchar los susurros de una página de papel al pasarse, es un libro de alquimia. Desvela secretos, muestra verdades universales y es que Irene Vallejo muy probablemente sea un alma vieja, un faro de luz, así que localicen a esas personas, síganlas, háganle un hueco en vuestro entendimiento. Dejaréis de ir ciegos hacia adelante y sin consuelo.