lunes, 12 de marzo de 2018

Cicatrices


El día 8 de marzo tuve la suerte de ser invitado a recitar mi poesía llamada Cicatrices, en defensa del segundo premio de poesía del Certamen de Poesías para la Mujer que celebra anualmente la Delegación de Igualdad y Asuntos Sociales del Ayuntamiento de San Roque. Una gran iniciativa porque es defender un problema social dándole a la Cultura la importancia que se merece, que es usándola como herramienta de reflexión y arma arrojadiza para cambiar pensamientos.

En un día donde la importancia radicaba en el discurso de igualdad, me sumé como voz masculina homenajeando y pidiendo que en este trance se sumen voces masculinas que apoyen y defiendan el mismo mensaje, sin ningún tipo de reserva, en un terreno donde aún queda mucho que abonar.
Yo quise agradecer mi premio a las dos inspiradoras de esta poesía, dos mujeres, amigas, luchadoras.

La primera me pidió ayuda con una titánica y noble empresa que era grabar un video para un congreso sobre el cáncer de mama. Cuando me enseñó lo que había grabado, las imágenes, la idea integradora, no pude menos que emocionarme. Como tratar un tema tan delicado con una sensibilidad a prueba de críticas y que se extendió rápidamente por las redes. Si aún no lo viste incluiré el enlace al final de este escrito.

Pero antes quiero agradecer la segunda musa de la tarde, que tuvo a bien de contarme sus problemas emocionales a la hora de encontrar la persona idónea para compartir su vida, y los varapalos que se había llevado en la dura tarea de pretender ser feliz.

Esta secuencia llenó mis versos de múltiples sentidos, de eternas respuestas de apoyo, de consejo, de rabia y frustración y de esa manera fraguó mi poesía como espejo de todos aquellos que sufren el dolor de esas heridas, por dentro y por fuera y que algún día cerrarán y se volverán recuerdos distantes de un tiempo pasado que no pudo ser mejor.

 Cicatrices

¡No caigas!
Déjate mecer por los brazos de Morfeo,
por las estrofas de este viejo libro
olvidado en la mesilla,
por el rosario de dudas que urden un
misterio
en el laberinto de tus miedos.

No insistas,
Los imposibles son caminos de ida
y vuelta,
así que guarda abrazos para el
regreso
y recauda sonrisas mientras puedas
sostener tu paso sin demoras.


No esperes,
nadie más que tú va a acudir a tu
rescate
y la esperanza volverá diluida
en pequeños recuerdos
como antorchas encendidas.

No cedas,
cada centímetro de tu cuerpo es un
campo
que el sol acaricia todo el día
y no merece ser ajado
por las inclemencias del descuido.

No te dejes,
o estarás, una vez más,
al fondo del mismo túnel
con ruido de viejas batallas
y la guadaña arañando
segundos en el reloj.

No temas,
las cicatrices del pasado están para
recordar
lo que hicimos por esos otros
que hoy gritan en nuestras cabezas.

No los oigas,
son pespuntes de antiguas culpas
que se remueven en sus tumbas
buscando un nuevo asilo
donde echar raíces nuevas.

No dudes,
sigue adelante labrando tierras
donde otros no hayan
sembrado,
encontrando los senderos arcanos
de tu propia trascendencia.

No ataques,
la ira no es más que un jirón de
niebla
que encenderá fuegos en corazones débiles
y se estrellará finalmente
contra puños de acero.

No aceptes,
el amor de corazones saltimbanquis
que dejaron un reguero de flores
marchitas a su paso,
escondidos tras una vieja máscara
de carnavales ya olvidados.

No repitas,
NO es NO, y es la espada más bastarda
que puede encontrarse un cobarde,
ocultando sus intenciones
en la antesala del amor.

Por último,
no declames estos versos
si no vas a quitar el velo de tus ojos,
si vas a volver al eterno cautiverio
del pan para hoy y el hambre para mañana…

Si no vas a dejar que crezcan alas en tus cicatrices


Fernando Jiménez








No hay comentarios:

Publicar un comentario