¿Has Cruzado alguna vez la frontera?
A día de hoy quizás estés invadido por una saciedad que te
lanza contra tus más excelsos temores, de usar y tirar, y hacia Polifemos de
hierro forjado con grandes nabos industriales. Mientras, por pasar el mal rato,
te excitas con el primer contrato que hace temblar tu culo de papel maché. Así
de pequeño tiemblas, con tus pequeñas vigas adosadas, deseando aguantar el
tirón con las pocas monedas que te quedan en los bolsillos y la cabeza llena de
remiendos.
Sabes que una buena idea es capaz de mantenerse a flote en
cualquier tempestad. Piensas, pero no te crees.
Sacas el cuaderno de bitácora, lees, necesitas unas buenas
manos que garanticen la producción, comprender las estructuras que soportan una
aversión, sacar ropa limpia de ensaladas grises, hilvanar necesidades con
posibilidades, vicisitudes, garantizar los aparejos en tecnología, burocracia y
sociología.
Qué te digo hasta ahora que no sepas…
No te digo, te repito… con imágenes, con recuerdos, con
palabras y con gestos.
Qué mayor motivación que la de soñar bajo un árbol de ramas
apacibles. ¿A quién no le dejan dormir cifras de seis ceros con alas?
¿Dónde planto semillas de cultura sin el abono de los ricos?
¿Dónde riego para que crezcan raíces sin burocracias podridas? ¿Dónde busco
otro buque para pescar sirenas?
A oscuras, con la tenue luz de mis ideas, las experiencias
que vinieron, los trenes que se van. Asociaciones idílicas, fundaciones
etílicas, proyectos a medio hacer…
Qué se yo…
Ilústrame, mírate, ayúdame, reflexiónate, avísame,
mastícate, enséñame y digiérelo. Digo con esto que busco tripulación de necios
sobre mares de fibra, dioses de media legua en un Olimpo de segunda y albañiles
del conocimiento y de la vida.
Vos diréis…
Sólo veo que tengo unas pocas monedas tintineando en el
bolsillo, un agujero en el otro, un ojo de primera con su primo daltónico, un
pie detrás de otro, la siniestra desde que escribo. Formación estética,
presencia escénica e impresentable conciencia. Un huequito pequeñito en este
mundo y mucha rabia encerrada en un trastero. Si en algo no coincides aún
conmigo es que no has cruzado la Frontera. Yo voy de camino.
Si te da un poco igual, sólo un poco, estás en el buen
sentido.
Nonsense.
Frontera es la línea a la que todo el mundo llega cuando ha
rebasado sus límites, pero sin engaños… la Frontera no te va a llevar a ningún
lugar desconocido ni fantástico. Por desgracia, lo único que va a enseñarte una
frontera es volver a lo que mejor conoces, y eso probablemente no es agradable.
Frontera es una inversión en ninguna parte, es un ahorro de
sentimientos, una careta sonriente con ritmo de tres por cuatro que esconde una lágrima…
Frontera es la línea que marca el estado donde nadie más que
tu puede pisar.
Frontera, sin duda, es un estado del alma, de conocimiento,
de ánimo.
Frontera susurra hasta donde puedes llegar.
Frontera señala a los que ya quedaron atrás.
Frontera es un nuevo giro en la vida.
Frontera es un vacío sin licencia de apertura.
Porque nadie cree tener Frontera, o no cree poder cruzarlas.
Hasta que llegan. Llegan las fronteras y las cruzas con un esfuerzo titánico
para quemar etapas, para dilapidar el sueño y terminar diciendo que tan solo
fue un error que no se volverá a repetir. Y la vuelves a cruzar. Y la vuelves a
cruzar. Y al final del camino encontrarás que todo el tiempo anduviste haciendo
funambulismo sobre el fino hilo de la Frontera.
¿Has cruzado alguna vez la Frontera? ¿La estás viendo?
Quiero enseñártela.
Lanza una moneda al aire. ¿Ha salido cara? Muy bien. Mira con
atención. Poco a poco. Sin prisas. Con un vaso en la mano y telarañas en la
mirada. ¿Qué habría pasado si hubiera salido cruz? Pues lo mismo. No hay
opciones… Tan sólo soy un duende burlón que quiere reírse un rato. Todas las
opciones son al final la misma cosa…
Una Frontera.
Hay Fronteras de metal y las hay de fuego. Hay fronteras con
cuerpo de mujer y las hay con mirada de lerdo, con navajas y con documentos.
Dos hojas mal mecanografiadas pueden convertirse en la más grande Frontera. Hay
Fronteras con mayúsculas y otras menos necesarias con minúsculas.
Quizás en
estos momentos delante de ti estés viendo una.
Pero si no tienes miedo, vamos a cruzarla juntos. Vamos a
hacer un invento, sin probetas y sin ungüentos. Vamos a hacer desaparecer
bombillas para que luego brillen en el fondo de la fuente de los deseos.
Una noche… vamos a cruzar la Frontera.
Y vamos a encontrar lo que hay detrás… una chistera sin
conejo, un consuelo sin tormento, una rama que se mece, un billete a mi pueblo…
A la Frontera.
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