No quisiera acostarme esta noche sin hablar de ese pequeño
duende llamado entropía.
Dicen que cualquier sistema aislado procede a su desaparición por medio de la entropía. Unos lo llaman caos, otros lo llaman desorden, la verdad no es más que una generación constante de procesos que alguien se manifiesta en resolver o terminan adueñándose de todo el espacio hasta el infinito ya sea el caso de las uñas que no dejan de crecer, el polvo que se acumula o los pequeños objetos que se pierden y nadie sabe a dónde van a parar.
Dicen que cualquier sistema aislado procede a su desaparición por medio de la entropía. Unos lo llaman caos, otros lo llaman desorden, la verdad no es más que una generación constante de procesos que alguien se manifiesta en resolver o terminan adueñándose de todo el espacio hasta el infinito ya sea el caso de las uñas que no dejan de crecer, el polvo que se acumula o los pequeños objetos que se pierden y nadie sabe a dónde van a parar.
¿Habrá alguna forma de tentar a la suerte para que la
entropía se olvide de nosotros? En ese caso sí que podríamos sentarnos
tranquilamente mirando el amanecer sin tener la sensación de que a la hora del
ocaso el único que ha salido ganando es el reloj que se ha regalado un festín
de horas y la entropía que habrá ocupado un poquito más del espacio que nos
pertenecía.
Sería muy pesimista decir que nuestra existencia se basa en ser
luchadores perpetuos contra esa entropía por el fin de nuestros días pero, es
inevitable pensarlo, cuando nos vamos y volvemos la entropía siempre se ha
vuelto un poquito más grande y sonriente, y el polvo es más denso, y la bandeja
de e-mails está más llena. Así que podríamos decir que sufrimos una condena de difícil
solución que se asemeja a la maleta, o piedra, que arrastraba eternamente Sísifo y cuyo
tamaño dependerá directamente del número de responsabilidades que buenamente
crea cada cual que es capaz de soportar.
Delante de la tumba, desbordada por una entropía elevada a
la categoría de arte, de un gran maestro de la reflexión utópica, tuve una
pequeña revelación probablemente infundada. Hay dos maneras de transcender más
allá de la eterna lucha contra la entropía. Una es no dejar de crear maneras de
ordenar el universo y la segunda no permitir que nadie tome demasiado en serio
tus palabras porque la seriedad suele ser considerada erróneamente el final del
juego.
Jugar a ser capaz de
todo es el principio para empezar a buscar soluciones, o a sacar las ideas del fondo de nuestra maleta.
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