Ya ha
pasado lo terrible sublime, lo caótico introspectivo de la esencia humana hacia
el miedo. El miedo ha barrido de sus casillas el ¿sesenta? ¿setenta? por ciento
de la actividad humana para alojarlas en unas casas vacías de cariño. Y todo
ese amor derramado por las calles se convirtió en ¿Sopor? ¿Acaso no es el hogar
el asilo de las palabras? ¿La lumbre fulgurante de la vida? Pero no. Para esos para
los que la casa no era más que el desecho límbico de su cansancio, en estos
tiempos de cuarentena se ha convertida en la cárcel de los suspiros.
Pero
para otros, para otros ha sonreído la fortuna al darles tiempo, darles paz y
guerra, reflexión y gozo, porque es de esas grandes treguas de las que nacen
las obras más inmortales, voces de pandemia que se vuelven con el tiempo
inmortales. Tiempo al tiempo, paso a paso, lo que ha juntado el hombre que baje
dios y lo vea y si no que se vaya con su música a otra parte. Ya se va
partiendo la crisálida, ya se ve el rojo de las alas, ya no queda nada para que
salgan las buenas nuevas.
Pero
cuidado. Esta guerra no ha acabado. La corona sigue apuntando con su espada a
nuestras cabezas y en el fragor de la batalla aún podemos perder sueños. Es
seguro que vendrá la muerte, el memento mori, el aciago ocaso, y hay que
arriesgar, pero quizás arriesgar es solo el juego de los cobardes, que solo
arriesgan hacia afuera y nunca arriesgan hacia dentro. Porque cuando andas a
través de una línea puedes caer hacia afuera, pero también puedes caer hacia
adentro. Cuestión de pareceres, cuestión de obviedad, aunque algunos se
empeñen eternamente en caer del mismo lado, del que no toca caerse y ya de paso
arrastra con él a los demás.
Solo
hay una meta en la vida, el que diga lo contrario que busque a un dios, me da
igual Marduk, que Shango, que Ganesha o Jesucristo y le pregunte, y es que por
encima de la gloria, del poder, del intelecto, de la madre que nos parió está
la de tratar de hacer feliz a las personas que nos rodean y ya de paso a algunos
del extrarradio que se lo merezcan, no vaya a convertirse esto en una feria del
todo a cien… porque para ser feliz hay que querer bien y no solo que nos
quieran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario