El agua siempre ha sido un lugar importante en la vida de
las personas. Unos, ese es mi caso, nacieron mirando al mar. Otros recuerdan
como si fuera ayer el primer día que vieron las olas lamer sus rodillas. El
caso es así de claro, cuando aún no has conocido la luz, ya conocías el agua,
ya navegabas a la deriva en el líquido amniótico, un mar de vida en diferido
sin clausula suelo que viniera a despertarte.
La orilla. Tantas metáforas se me vienen a la mente en
torrente…el paso de la laguna Estigia donde cada griego daba dos monedas al
barquero que habría de llevarlo al otro lado, Gerión inspirando su canción en
los dientes del mar, Poseidón apareciendo en su carro de caballos marinos, Tritón
llamando a tropas con su cuerno salado.
El culto por el agua va más allá de un simple ritual de
verano. Es el sendero del pensador, el espejo del reflexivo, la novedad en ojos
del conservador y la bendición final del viajero. No se hacen charcos en el suelo por
casualidad tras la lluvia, como por casualidad no se mezclan los colores en la
acuarela cuando una mano sabia los empuja.
En estas me muevo cuando veo en la estrella de mar más
bonita de Cádiz, la sala del castillo de Santa Catalina, una exposición de una
gran acuarelista, una artista desde mi boca al infinito, una luchadora
incansable por pespuntar una luz sobre cada sombra, en definitiva una maestra y
una amiga.
Hay una cita obligada en Cádiz, una luz al final de cada
túnel, porque de eso van también las orillas y no lo digo yo, no lo dice Ana
Sánchez, que también parafrasea en soledad a Monet, y yo aprovecho para invitar
a la fiesta a William Turner, Sorolla, Hockney (¿Verdad Ana?), Alberti, Neruda,
Hemingway...
Es época de carnavales, ya lo sabéis bien para vuestra
desgracia. Los Carnavales Más Grandes del Mundo, que me perdone Río, que me
disculpe Venecia. Estoy rendido a los pies de Cádiz, no quiero ser objetivo
ni lo pretendo, pero aquí os dejo mi corazón en una bandeja. Os lo dejo para que este
febrero y si no marzo, abril o mayo, hasta el 28, vengáis a daros un paseo por el parque genovés, veáis morir el sol tras el mar y luego podáis recrearos con una perla que
brilla por si sola en Cádiz , la exposición de acuarelas, a nadie va a dejar
indiferente, de Ana Sánchez “A la orilla… las orillas”
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