Nuestra vida transcurre como una campana de Gauss, parte
de la nada en una infancia anodina que se encarga de darnos los datos técnicos
que van a gobernar nuestras vidas hasta el día en que la curva se acelera, nos remonta a
las nubes, todo empieza a cuadrar, nos empezamos a conocer, empezamos a saber
cuáles son nuestros fuertes, nos tropezamos y nos equivocamos, empezamos a
elevarnos y a respirar libres, hacer picnic en las nubes y ver nuestra tierra a
lo lejos. En este vuelo sin motor viajamos por los senderos de nuestra consciencia,
conocemos otra gente, otras culturas, vamos librándonos de prejuicios y
llenando los bolsillos de manías. Un día cualquiera oteamos en el horizonte una sombra negra, un talud
escarpado en mitad de la explanada y una profunda sima a la que no vemos fin,
un eterno abismo y una corriente de aire gélido que se nos incrusta en la columna.
El abismo es la cresta de la ola, el adiós a una época, el
trasunto del pasado y el punto de inflexión del futuro. No hay una edad
establecida para sentir el abismo, para sentir la llamada o la repulsa, pero
está ahí para devorarte, para convertirse en tu larga travesía por el desierto,
el torbellino que quiere arrojarte al malvado reino de Oz. Y tendrás que poner
toda la carne en el asador, aferrarte a tus valores cultivados a lo largo de
los años y confiar en que son los buenos porque si no vete a saber dónde vas a
ir a parar.
Hay muchas formas de afrontar el abismo y hay un bonito fragmento de una historia encontrada en un antiguo cartapacio bizantino que dice así:
“...el abismo siempre ha existido así, tal cual lo ves, en mitad de la vida de todos, en mitad del camino y según qué persona seas tendrás un tipo de relación con él.
En primer lugar existen los cazadores de tesoros, personas inquietas, dinámicas, trabajadoras, muy serviles y también curiosos, que en cuanto sienten el abismo corren deprisa a ver qué se puede atisbar desde el filo de su precipicio. Por alguna razón saben, sienten, que cerca del abismo se cuecen cosas maravillosas para la vida y corretean arriba y abajo cerca del borde buscando ese algo. Sufren el abismo durante toda su vida porque saben que siempre están ahí al filo de lo imposible y que al otro lado hay más, sin decidirse entre aquí y ahora o allí y quién sabe.
“...el abismo siempre ha existido así, tal cual lo ves, en mitad de la vida de todos, en mitad del camino y según qué persona seas tendrás un tipo de relación con él.
En primer lugar existen los cazadores de tesoros, personas inquietas, dinámicas, trabajadoras, muy serviles y también curiosos, que en cuanto sienten el abismo corren deprisa a ver qué se puede atisbar desde el filo de su precipicio. Por alguna razón saben, sienten, que cerca del abismo se cuecen cosas maravillosas para la vida y corretean arriba y abajo cerca del borde buscando ese algo. Sufren el abismo durante toda su vida porque saben que siempre están ahí al filo de lo imposible y que al otro lado hay más, sin decidirse entre aquí y ahora o allí y quién sabe.
También existen los creadores de sueños, los que desde
una temprana edad son conscientes del abismo, se nutren, se preparan para el
día del gran salto y su imaginación los hace ver cosas que solo podrían existir
al otro lado de la oscuridad. Son determinados, egocéntricos y férreos en sus
costumbres y nunca van a dejar que algo les impida intentarlo.
Son ante todo osados, imperturbables e imaginativos, se dedican a buscar materiales para construir un puente hacia el otro lado y llevan su vida en una mochila.
En último lugar existen las personas ajenas a esta realidad, temerosos todos ellos de dios, que lo evitan, lo repudian y lo olvidan, construyen sus casas cerca de sus pertenencias y no se alejan mucho del cauce de los ríos. Podrían parecer que estas personas viven felices y ajenas al abismo, pero no es así, el abismo late en sus sienes en las noches oscuras sin luna, en el nacimiento de cada hijo y en los noticiarios de sucesos..."
En último lugar existen las personas ajenas a esta realidad, temerosos todos ellos de dios, que lo evitan, lo repudian y lo olvidan, construyen sus casas cerca de sus pertenencias y no se alejan mucho del cauce de los ríos. Podrían parecer que estas personas viven felices y ajenas al abismo, pero no es así, el abismo late en sus sienes en las noches oscuras sin luna, en el nacimiento de cada hijo y en los noticiarios de sucesos..."
Los conflictos están servidos, no hay dos personas que
sientan el abismo de la misma forma, unos lo temen, otros lo idolatran y otros
lo retan, cuando los temerosos coartan a los buscadores estos se sienten
esclavizados, cuando los creadores tiran de un temeroso lo disocian y cuando
los buscadores se acercan demasiado a un creador corren el riesgo de caerse.
Así es la vida, así son los miedos, así da vueltas la ruleta del mundo.
Acércate, siéntate al borde del abismo, siéntete y piensa cuál es tu relación con él, sin
miedo, con paciencia, elije tu lugar, olvida lo demás, deja de ser persona y
conviértete en idea, en luz pura y decide tu destino.
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