La Cartografía Onírica
es, sin duda, la resignación de la razón a dejar brotar al líquido amniótico
que rodea la isla de las sensaciones, anclada a la ribera cerebral del hemisferio
derecho.
El mar, mil veces transitado, salado cien veces con las
lágrimas de la rabia y la desazón está lleno de barcos hundidos, de dragones de
temporada, ballenas en extinción y veleros de papel osados, sin rumbo y a la
deriva.
No esperes el momento de dar el salto a cualquier rincón de la
mente, al ultramundo de lo vivido, viviendo y por vivir, flotando dulcemente en
un espacio sin tiempo y sin nadie que venga a modificarlo. Es el paso siguiente
a dar el paso hacia el oscuro velo de lo desconocido. Y esto es un mapa ahora,
en este preciso instante, pero dentro de un minuto será una acequia poblada por
un macizo de flores de siete colores, luego una partitura dedicada al rey de
Persia, luego una mirada cálida seguido de una sonrisa, luego…
Marca tu itinerario, cada uno tiene sus propias islas, sus
propios rincones, cabos y arrecifes. Puedes arribar en la ensenada del arte,
hacer un crucero por el golfo mágico visitando el archipiélago de verso y prosa
o viendo atardecer desde la isla de trazos. O los más osados pueden dejarse
llevar por el oleaje de las islas danzarinas. Cualquier ruta es buena,
cualquier lugar es bello si forma parte de tu Cartografía Onírica.
precioso!
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