El día 8 de marzo tuve la suerte de ser invitado a recitar
mi poesía llamada Cicatrices, en defensa del segundo premio de poesía del
Certamen de Poesías para la Mujer que celebra anualmente la Delegación de
Igualdad y Asuntos Sociales del Ayuntamiento de San Roque. Una gran iniciativa
porque es defender un problema social dándole a la Cultura la importancia que
se merece, que es usándola como herramienta de reflexión y arma arrojadiza para
cambiar pensamientos.
En un día donde la importancia radicaba en el discurso de
igualdad, me sumé como voz masculina homenajeando y pidiendo que en este
trance se sumen voces masculinas que apoyen y defiendan el mismo mensaje, sin
ningún tipo de reserva, en un terreno donde aún queda mucho que abonar.
Yo quise agradecer mi premio a las dos inspiradoras de esta
poesía, dos mujeres, amigas, luchadoras.
La primera me pidió ayuda con una
titánica y noble empresa que era grabar un video para un congreso sobre el
cáncer de mama. Cuando me enseñó lo que había grabado, las imágenes, la idea
integradora, no pude menos que emocionarme. Como tratar un tema tan delicado
con una sensibilidad a prueba de críticas y que se extendió rápidamente por las
redes. Si aún no lo viste incluiré el enlace al final de este escrito.
Pero antes quiero agradecer la segunda musa de la tarde, que
tuvo a bien de contarme sus problemas emocionales a la hora de encontrar la
persona idónea para compartir su vida, y los varapalos que se había llevado en
la dura tarea de pretender ser feliz.
Esta secuencia llenó mis versos de múltiples sentidos, de eternas respuestas de apoyo, de consejo, de
rabia y frustración y de esa manera fraguó mi poesía como espejo de
todos aquellos que sufren el dolor de esas heridas, por dentro y por fuera y
que algún día cerrarán y se volverán recuerdos distantes de un tiempo pasado
que no pudo ser mejor.
Cicatrices
¡No caigas!
Déjate mecer por los brazos de Morfeo,
por las estrofas de este viejo libro
olvidado en la mesilla,
por el rosario de dudas que urden un
misterio
en el laberinto de tus miedos.
No insistas,
Los imposibles son caminos de ida
y vuelta,
así que guarda abrazos para el
regreso
y recauda sonrisas mientras puedas
sostener tu paso sin demoras.
No esperes,
nadie más que tú va a acudir a tu
rescate
y la esperanza volverá diluida
en pequeños recuerdos
como antorchas encendidas.
No cedas,
cada centímetro de tu cuerpo es un
campo
que el sol acaricia todo el día
y no merece ser ajado
por las inclemencias del descuido.
No te dejes,
o estarás, una vez más,
al fondo del mismo túnel
con ruido de viejas batallas
y la guadaña arañando
segundos en el reloj.
No temas,
las cicatrices del pasado están para
recordar
lo que hicimos por esos otros
que hoy gritan en nuestras cabezas.
No los oigas,
son pespuntes de antiguas culpas
que se remueven en sus tumbas
buscando un nuevo asilo
donde echar raíces nuevas.
No dudes,
sigue adelante labrando tierras
donde otros no hayan
sembrado,
encontrando los senderos arcanos
de tu propia trascendencia.
No ataques,
la ira no es más que un jirón de
niebla
que encenderá fuegos en corazones débiles
y se estrellará finalmente
contra puños de acero.
No aceptes,
el amor de corazones saltimbanquis
que dejaron un reguero de flores
marchitas a su paso,
escondidos tras una vieja máscara
de carnavales ya
olvidados.
No repitas,
NO es NO, y es la espada más bastarda
que puede encontrarse un cobarde,
ocultando sus intenciones
en la antesala del amor.
Por último,
no declames estos versos
si no vas a quitar el velo de tus ojos,
si vas a volver al eterno cautiverio
del pan para hoy y el hambre para mañana…
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