Anoche la luna no quiso perderse el espectáculo, asomándose
al balcón de la Plaza de las Ventas. Fue un auténtico placer ver que las gradas
estaban llenas para ver un espectáculo donde la música clásica sí que cuenta.
Pero también decir que no solo es música clásica, es Radiohead, Led zeppelín,
Lola Flores y mi coterráneo Paco de Lucía.
Ara Malikian es todo eso y es más. Es humor, es espectáculo,
es alimento para el alma. Y no es que Ara sea una estrella que brilla por sí
sola, que lo es, sino que ha hecho girar a su alrededor los mejores satélites
que podía tener. Sus escuderos son auténticas bestias escénicas, a su derecha
Jorge y a su izquierda Humberto son las alas que hacen volar a Ara en el
escenario. Por detrás la base armónica de la elegante Tania en el contrabajo y
Cristina en el chelo. Y a la percusión por un lado Nantha Kumar que da unos
matices y un color a la composición brillante, sobre todo en los ritmos “así
con un rollito oriental” y el turco que cada día me sorprende más como hace
hueco en el escenario para meter sus “juguetitos”.
Pero esta vez no ha sido sólo eso, sino que se ha traído su
propia orquesta sinfónica llena de sus pupilos de la cuerda de la orquesta en
el tejado así como una docena de vientos y un arpa que brilla sobre todo en el
vals de Kairo. Esta canción la he oído en directo desde el día de su estreno en
el teatro Apolo al menos una docena de veces. Me encanta. Y me encanta su
significado. Creo que anoche fue la vez que más bonita la escuche, con los
matices de percusión de Hector, el arpa, y esa docena de violines haciendo
pizzicatos.
Y no es solo música, es el recordatorio viviente de que no
estamos solos, a que hay problemas a los que no se puede volver la cara.
Palabras de un sirio sobre su país, donde hay verdaderos y profundos problemas.
Homenaje al pueblo armenio, del que procede su familia, ante el holocausto que
sufrió hace 100 años y que pocos países se atreven a reconocer. Y un amor que
profesa a la patria española a pesar de que durante catorce años de pisar los
escenarios de toda España con propuestas nuevas y brillantes por la cultura no
le hubieran dado la nacionalidad española.
Un concierto para abrir los ojos y dejar de mirarnos al
ombligo.
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